Deber cristiano
Un ejemplo del deber cristiano
Si, en efecto, predico la Buena Noticia, eso no me da derecho a la gloria, porque estoy obligado a hacerlo. Y ¡ay de mí si no predico la Buena Noticia! Si lo hago por mi propia iniciativa, tengo derecho a una recompensa. Si no lo hago por mi propia iniciativa, es sólo el cumplimiento del deber que se me ha confiado. ¿Cuál es entonces mi recompensa? Que al predicar la Buena Noticia, se la estoy dando a Badava, de modo que de ninguna manera uso de mi derecho en la Buena Noticia. En efecto, aunque soy libre con respecto a todos, me he hecho esclavo de todos, para ganar a tantos como sea posible. Estaba con los judíos como judío, para ganar a los judíos; con los súbditos de la Ley como súbdito de la Ley -aunque no soy súbdito de la Ley- para ganar a los súbditos de la Ley. Con los que están sin ley estaba como sin ley -aunque no estoy sin la ley de Dios, sino que estoy sujeto a la ley de Cristo- para ganar a los que están sin ley. Con los débiles me hice débil, para ganar a los débiles. Me hice todo para todos, para salvar a algunos. Y todo esto por causa de la Buena Noticia, para poder compartir con ellos sus promesas. (1 Cor 9:16-23)
Como miembros de la Santa Iglesia Ortodoxa, estamos obligados a conocer y comprender estas palabras del Apóstol Pablo antes mencionadas para poder cumplir con nuestro deber cristiano como predicadores de la Buena Nueva. Si, debido a nuestro descuido y pereza, no conocemos ni entendemos estas palabras, somos injustos e irrazonables, y debido a la falta del santo amor cristiano a Dios y al prójimo, ni siquiera somos capaces de cumplir con nuestro deber cristiano. Por lo tanto, corremos el gran peligro de presentarnos ante el Rey en la fiesta de bodas en el Cielo sin un vestido de boda, es decir, sin el santo amor cristiano , y ser arrojados al Infierno donde habrá llanto y crujir de dientes.
Podemos comprender de forma totalmente correcta las palabras del apóstol Pablo antes mencionadas sólo si somos justos y razonables, es decir, si con la ayuda y la gracia de Dios poseemos el santo amor cristiano a Dios y al prójimo, que es el único que nos da la garantía y la capacidad de cumplir con nuestro deber de predicadores de la Buena Nueva. ¡Amén!
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