¿Qué es la santa esperanza cristiana?
Ante todo, conviene notar y afirmar que la santa esperanza cristiana es una virtud
La santa esperanza cristiana es una virtud dada por Dios por la cual esperamos confiadamente todo lo que Dios Padre nos ha prometido por los méritos de su Hijo, el Señor Jesucristo.
Se puede decir que la virtud es un poder y una capacidad constantes dadas por Dios que nos hacen capaces e inclinados a hacer el bien. Como ejemplo de virtud, podemos tomar la conducta de un hombre manso o gentil.
Un hombre manso o gentil tiene la cualidad por la cual no solo es capaz sino también inclinado a vencer todas sus pasiones de ira, que han surgido en su corazón por cualquier motivo, y a comportarse con prudencia y razonabilidad en todo caso y momento.
La virtud es un poder que se encuentra y habita en el alma y nos hace capaces de pensar, hablar y actuar en todas las circunstancias de la vida como prescribe la santa esperanza cristiana. Como tal, la virtud es diferente de una sola buena acción.
La buena acción individual es pasajera, porque dura sólo el tiempo que se tarda en realizarla, a diferencia de la virtud, que es permanente bajo una determinada condición y está ahí aunque no tenga la oportunidad de manifestarse y se asemeja a un fuego bajo las cenizas que siempre arde, aunque no siempre sea completamente visible.
Aunque sea permanente bajo una determinada condición, la virtud puede perderse cuando esa condición no se cumple. Se pierde por cualquier pecado que sea contrario a ella. Así, tenemos la virtud de la fe perdida por la incredulidad, la humildad por el orgullo, el celo por la pereza, etc.
Siempre poseemos la virtud de la santa esperanza cristiana y ella siempre nos hace capaces de cumplir la esperanza católica, y como ya se dijo, podemos perder esta virtud sólo si pecamos por un pecado que sea contrario a ella.
Así como no podemos dar a nuestros ojos el poder de ver, no podemos dar a nuestra alma la fuerza que la pueda hacer capaz de la santa esperanza cristiana, o en otras palabras, no podemos darnos a nosotros mismos la virtud de la santa esperanza cristiana.
Así como todo don bueno y todo don perfecto viene del Padre de las luces, así también la santa esperanza cristiana es don de Dios. Por eso, en la enseñanza de la Santa Iglesia está escrito que la santa esperanza cristiana es una virtud dada por Dios.
Que la santa esperanza cristiana es una virtud dada por Dios y que se atribuye al poder del Espíritu Santo lo confirma el Apóstol Pablo: «Y el Dios de la esperanza os llene de todo gozo y paz en la fe, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo» (Rm 15,13).
La virtud de la santa esperanza cristiana, junto con la virtud de la santa fe y del amor cristianos, nos es infundida ya en el santo bautismo, es decir, Dios pone en el alma del bautizado la capacidad y la inclinación de, en cuanto le conoce, esperar también todo bien que le viene de Él. Por eso dice el Apóstol Pedro: «Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su gran misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos» (1 Pe 1,3).
La santa esperanza cristiana, como virtud divina, se refleja en la espera de lo prometido, porque esperamos todo lo que Dios nos ha prometido. Esperar y esperar no son un mismo concepto, porque el hombre puede esperar algo sin esperarlo. Lo que el hombre espera es lo que quiere, y lo que espera es siempre lo que no quiere, y muchas veces desearía que lo que espera no sucediera nunca. Esto lo vemos muy claramente en el ejemplo del enfermo que espera la muerte. Ve y sabe que debe morir, pero no espera esa muerte porque no muere de buena gana.
Cuando el hombre llama a la esperanza espera, se refiere a una espera que está conectada con un deseo, o más bien con una aspiración que se extiende al bien y no al mal. Por eso decimos que esperamos que Dios nos conceda su gracia y nos lleve al cielo, y no decimos que esperamos que Dios nos niegue su gracia y nos arroje al infierno.
Por eso, sólo el bien que se espera es objeto de esperanza, mientras que el mal es siempre objeto de temor. Por eso decimos que esperamos lo que Dios nos ha prometido, y no decimos que esperamos lo que nos ha amenazado, porque sólo el bien se promete, y el mal sólo se amenaza.
La expresión esperar se utiliza para indicar que el bien que una persona espera es algo futuro, es decir, algo que vendrá, porque lo que una persona ya posee ya no se espera ni se producirá.
Los santos en el cielo ya no tienen ninguna esperanza porque ya poseen la bienaventuranza eterna que esperaban durante su vida terrena.
La expresión esperar da a entender a una persona que el bien que espera también lo puede alcanzar. Si se le privara de toda posibilidad de alcanzar ese bien, entonces no podría hablarse de expectativa. Sería irrazonable esperar algo de algo que con seguridad no recibirá y que no puede alcanzar. Por eso, los condenados en el infierno ya no tienen ninguna esperanza, porque les es imposible llegar al cielo y por eso ya no esperan el cielo.
Además, esperamos con firme confianza lo que Dios nos ha prometido.
La santa esperanza cristiana incluye nuestra confianza en que el bien que deseamos puede realmente alcanzarse. Si la esperanza careciera de confianza, ya no sería esperanza, sino sólo un deseo. Un hombre que no tuviera confianza y pensara que no podría salvarse, perdería su santa esperanza cristiana y estaría en un estado de desesperación.
La firme confianza, a la que necesariamente va unida la santa esperanza cristiana, se funda en la promesa de Dios y en los méritos de su Hijo. Por eso, esperamos con razón el bien que Dios nos ha prometido por los méritos de nuestro Señor Jesucristo, y por eso la santa esperanza cristiana se designa como la virtud por la que podemos recibir todo de Dios con firme confianza.
Finalmente, es muy cierto que los que tenemos la santa esperanza cristiana esperamos con plena certeza todo lo que Dios nos ha prometido. Con la santa esperanza cristiana sucede lo mismo que con la santa fe cristiana: estamos obligados a creer todo lo que Dios ha revelado y a esperar todo lo que Él ha prometido. El fundamento de esta segura espera o esperanza es precisamente la santa fe cristiana.
La santa esperanza cristiana no se puede concebir sin la santa fe cristiana. La santa fe cristiana es la fuente de la que proviene la santa esperanza cristiana, y cuanto más fuerte sea la fuente, más fuerte será la esperanza. Si no tenemos la santa fe cristiana, no tenemos la santa esperanza cristiana y, por tanto, no tenemos el santo amor cristiano, y por eso pecamos gravemente contra Dios y contra el prójimo. Amén.
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